
05 May El concepto erróneo de que el funeral es un rito de cierre
Seguramente habrás oído que las ceremonias fúnebres ayudan a lograr el “cierre”.
Pero este es un error bastante común. Cuando muere un ser querido, la muerte pone fin, para siempre, a nuestra experiencia de presencia corporal y viva con esa persona. El cuerpo está muerto.
Es cierto: algo esencial ha terminado. Se acabó. Se ha cerrado una puerta.
Pero mientras esa puerta se cierra, muchas otras se abren. En los primeros días y semanas posteriores a la muerte, durante el período en el que se suele celebrar un funeral o un servicio conmemorativo, los dolientes apenas se están familiarizando con nuestro dolor y las seis necesidades del duelo.
Este gráfico muestra las seis necesidades del duelo en forma de pirámide, y son las razones más esenciales por las que hemos tenido funerales desde el principio de los tiempos.


Estos “por qué” de una despedida no tienen que ver con finales sino con comienzos. Por ejemplo:
- ¿Hemos terminado de reconocer la realidad de la muerte cuando la despedida termina? No. Normalmente nos lleva semanas y meses reconocer plenamente la realidad no solo con la cabeza sino con el corazón.
- ¿Hemos terminado de recordar a la persona que murió o de apoyarnos mutuamente? Por supuesto que no.
- ¿Hemos terminado de expresar nuestros pensamientos y sentimientos, de buscarle sentido o de reconciliarnos y trascender la muerte? Absolutamente no.
En lugar de un rito de cierre, la despedida se entiende mejor como un rito de apertura. Marca el inicio formal y ritualizado del tiempo de duelo para quienes aman a la persona que murió. Las despedidas bien hechas, ricas en elementos, que incluyen a muchas personas y altamente personalizadas, ponen a los dolientes en el camino correcto. Estos eventos inician un duelo saludable; no marcan el final del mismo.
El proceso comienza con el evento previo, el funeral. Que puede ser una ceremonia íntima, o algo mucho más concurrido. Incluso se puede llegar a obviar la ceremonia. En él, la disposición del cuerpo de la persona fallecida es un aspecto del cierre. Y para algunas personas es un aspecto importante. Cuidar, pasar tiempo con el cuerpo y honrarlo les ayuda con la capa más baja de la pirámide, especialmente. Cuando finalmente se entierra al cuerpo, o se crema, hemos completado una tarea necesaria que ayuda a reconocer la realidad de la muerte, pero aun así, ni siquiera estamos cerca de terminar de reconocer esa realidad.
Equiparar la finalización de la disposición corporal con el «cierre» solo perpetúa la noción predominante y dañina de que las personas deben apresurarse y «superar» su dolor y volver a la normalidad lo más rápido posible.
Pero al igual que nuestro amor por alguien que muere, nuestro dolor nunca termina. No lo “superamos”, sino que aprendemos a vivir con ello a medida que encontramos formas de seguir adelante con significado y propósito. Por lo tanto, el funeral no consiste en cerrar un episodio, sino que es en realidad un comienzo saludable.
El elemento que supone el segundo paso en el “proceso de cierre” es la despedida.
Las despedidas bien organizadas, ricas en elementos, que incluyen a muchas personas, y totalmente personalizadas según los gustos de la familia, y para adaptarse a la personalidad del amigo o familiar que se ha ido, nos ayudan de muchas maneras:
- Las despedidas ponen a las familias en un buen camino para gestionar su pérdida y afrontar la nueva realidad, y nos ayudan a emprender de forma saludable el proceso de duelo.
- Las despedidas ayudan a las familias a comenzar a sanar. Suponen un punto de partida eficaz para aceptar la ausencia del ser querido.
- Las despedidas brindan un momento y un lugar para que las personas se apoyen entre sí.
- Las despedidas, como sucede con las bodas, bautismos, fiestas de cumpleaños, etc., marcan una transición importante, que ocurre una vez en la vida.
Cuando las palabras no son suficientes, el ser humano ha recurrido siempre, desde el principio de los tiempos, a ceremonias y rituales para ayudarnos a superar una pérdida.
Sin una despedida adecuada, en la que se haga un homenaje merecido a la persona que se ha ido, las familias generalmente luchan mucho más con su dolor continuo y necesario.
Así que la próxima vez que escuches a alguien prometer que un funeral permitirá cerrar el duelo, recuerda lo que hemos comentado aquí, y responde: “¿Cierre? Apenas estoy empezando”.